Dejando de ver publicidad

Hace un par de años, estuve en una reunión de publicistas. Como realizador, estuve un tiempo tanteando el campo de la publicidad. En esa reunión, se me quedó grabado la frase de una de las máximas autoridades en publicidad: "al consumidor hay que machacarlo".

Me quedé en shock. Abandoné la sala con un sentimiento de profunda tristeza. Yo no quería que eso fuera así, no quería machacar a nadie. La publicidad consistía en repetir un mensaje una y otra vez, para que calara lo más profundamente en el cerebro de las personas. Si el contenido del anuncio es bueno o malo para la persona, no se tiene en cuenta. Sólo importa que incite a comprar el producto. Hablo generalizando, seguro que hay algunas pocas excepciones...

Primeramente pensé que no hacía falta dejar de ver publicidad, sólo discernir la que es buena y la que no, pero entonces comprendí otro hecho. La mente es como un iceberg donde la parte que sobresale es el consciente y la gigantesca parte sumergida es el subconsciente. Este subconsciente absorbe todo lo que vemos, aunque no nos demos cuenta, y esto no podemos controlarlo.

Ahora vemos al subconsciente como un niño pequeño que nos acompaña, que se empapa de todo lo que le rodea. ¿Dejaríamos que ese niño fuera bombardeado constantemente por imágenes y sonidos que le confunden, vendiéndole miles de cosas?

"El mundo es como un supermercado donde todo el mundo está interesado en venderte sus mercancías; todo el mundo es vendedor. Si escuchas a demasiados vendedores te volverá loco." Osho

Así que decidimos dejar de exponer nuestro subconsciente a esos mensajes machacones (compre, tenga, quiera, cambie, piense...), que nos pretenden decir qué nos conviene y cómo debemos pensar. Yo, por mi parte, me comprometí a involucrarme solamente en mensajes con conciencia, respetuosos y responsables.